Archivo de la categoría: poesía, arte, y ciencia

Camelopardalis, o U Cam.

 

       Camelopardalis, o U Cam,  es una estrella acercándose al final de su vida.

 

Artemisia Gentileschi

Artemisia Gentileschi  (1593-1694)

 

 

 

 

 

Primeras mujeres en el espacio.

Valentina Tereshkova

Fuè la primera mujer en viajar al espacio, el 16 de junio de 1963. A bordo del Vostok.

 

 

 

Svetlana Savìtskaya

Primera mujer en dar un paseo espacial, el 25 de julio de 1982.

Despuès de 19 años del vuelo de Valentina Tereshkova, se convirtiò en la segunda mujer en salir al espacio al tripular la Soyuz T-7.

 

 

Sally Ride

Fue la primera mujer estadounidense en el espacio como especialista de misión.

El 18 de junio de 1983, la  joven física de California tuvo su asiento a bordo del transbordador espacial y pasó a la historia.

 

El beso, Augusto Rodin

Shelley, Wilde, Dario. Tres poetas…

Percy B. Shelley, Oscar Wilde, Rubén Dario Tres poetas, tres maestros.

Fragmentos:

A una alondra

¡Sé bienvenido, jubiloso espíritu!No fuiste nunca un pájaro,

 

tú, que desde los cielos o cerca de sus lindes,

el corazón derramas

en profusos acentos, con arte no pensado.

Alta, siempre más alta,

de la tierra te lanzas

como nube de fuego;

por el azul revuelas

y cantando, te ciernes y, cerniéndote, cantas.

                                                                            P.B. Shelley.

La Esfinge

A Marcel Schowb, en testimonio amistad y de admiración.

Desde un ángulo oscuro de mi estancia, durante más tiempo del que puedo imaginarme, una Esfinge bella y silenciosa me acecha a través de las tinieblas ondulantes. Intangible y quieta, no se alza ni hace el menor movimiento. Poco le importan las lunas de plata y los soles remolinantes. En el aire el rojo sustituye al gris; las oleadas de luna descienden, pero cuando llega el alba, ella no se va y cuando vuelve la noche, sigue ahí.
La aurora sigue a la aurora y las noches declinan, y durante todo ese tiempo esta extraña gata permanece extendida sobre el tapiz chino, con sus ojos de raso fijos en la orla de cero. Permanece acostada sobre el tapiz, espiando oblicuamente, y sobre su pecho color roble ondea su piel suave y sedosa, con estremecimientos que llegan a veces hasta sus orejas puntiagudas. Acércate ya, mi hermoso senescal, que dormitas en tu postura estatuaria. Acércate ya, ser de una extravagancia exquisita, mitad mujer, mitad animal.
Acércate, encantadora y lánguida Esfinge mía, ven a colocar tu cabeza sobre mi rodilla y déjame pasar una mano acariciadora por tu pecho y examinar tu cuerpo moteado como el de un lince. Déjame tocar esas garras ganchudas, amarillo pálido, y coger a manos llenas esa cola que, semejante a una monstruosa serpiente, se enrolla alrededor de tus patas aterciopeladas. Un millar de siglos lentos te pertenecen, cuando yo, en cambio, he visto apenas veinte estíos despojarse de su verde librea para vestir la librea abigarrada del otoño.
Pero tú sabes leer los jeroglíficos en los grandes obeliscos de granito, has conversado con los basiliscos y has mirado frente a frente a los hipogrifos. ¡Oh! Dime, ¿estabas tú presente cuando Isis se arrodillaba delante de Osiris, y viste a la Egipcia cuando hacía disolver la perla para Antonio y bebía aquel vino embriagado todo de la joya, e inclinaba la cabeza con un terror fingido para ver al colosal procónsul sacar de la espuma el atún salado?

                                                                                                      O. Wilde.

En busca de cuadros

   Sin pinceles, sin paleta, sin papel, sin lápiz, Ricardo, poeta lírico incorregible, huyendo de las agitaciones y turbulencias, de las máquinas y de los fardos, del ruido monótono de los tranvías y del chocar de las herraduras de los caballos con su repiqueteo de caracoles sobre las piedras; de las carreras de los corredores frente a la Bolsa; del tropel de los comerciantes; del grito de los vendedores de diarios; del incesante bullicio e inacabable hervor de este puerto; en busca de impresiones y de cuadros, subió al cerro Alegre que, gallardo como una gran roca florecida, luce sus flancos verdes, sus montículos coronados de casas risueñas escalonadas en la altura, rodeadas de jardines, con ondeantes cortinas de enredaderas, jaulas de pájaros, jarras de flores, rejas vistosas y niños rubios de caras angélicas.
Abajo estaban las techumbres del Valparaíso que hace transacciones, que anda a pie como una ráfaga, que puebla los almacenes e invade los bancos, que viste por la mañana terno crema o plomizo, a cuadros, con sombrero de paño, y por la noche bulle en la calle del Cabo con lustroso sombrero de copa, abrigo al brazo y guantes amarillos, viendo a la luz que brota de las vidrieras, los lindos rostros de las mujeres que pasan.
Más allá, el mar, acerado, brumoso, los barcos en grupos, el horizonte azul y lejano. Arriba, entre opacidades, el sol. Donde estaba el soñador empedernido, casi en lo más alto del cerro, apenas si se sentían los estremecimientos de abajo. Erraba él a lo largo del Camino de Cintura e iba pensando en idilios, con toda la augusta desfachatez de un poeta que fuera millonario.

                                                                                                                           R. Dario.

Imágenes recientes del Hubble.(2012)

Imágenes recientes tomadas por el Hubble.

El siguiente video: Orion de Metallica. Como un pequeño homenaje al Hubble, los telescópios, el cosmos, la naturaleza, la poesía, el arte, y la ciencia.  A mis ojos, estos mis ojos que pueden mirar  sin morir  ¡ Tanta belleza!

Solar blast.

Kite

 

 

Zinaida Serebriakova

 

 

 

Cosmología: el libro del Génesis, según la ciencia

Más allá de toda religión, la cosmología moderna es la única disciplina científica capaz de revelarnos el origen y destino de nuestro universo. Según esta ciencia, todo se originó  con la gran explosión (también llamada Big Bang) y podría terminar en un gran colapso. ¿Cuál es la edad del universo? ¿Qué ha pasado durante ese tiempo? ¿Qué ocurre hoy en el espacio? ¿Es el universo infinito? ¿De qué está  hecho? ¿Qué nos depara el futuro? La cosmología nos da las respuestas, pero, como una buena novela, abre siempre nuevos misterios.

Una de las piezas fundamentales de la cosmología moderna es la relatividad general de Einstein. La relatividad general explica la gravedad como el efecto de la deformación del espacio debida a la presencia de masa o energía. Imaginando el espacio como una gran sábana, todos los cuerpos celestes localizados sobre ésta provocan un hundimiento que atrae a cualquier cuerpo que pasa por sus cercanías.

Sorprendentemente, semejante descripción es válida también para la energía, incluyendo la luz. Gracias a la precisión de esta teoría, podemos usar dispositivos GPS y teléfonos celulares.

Basada en la relatividad general, la cosmología propuso un modelo que explica la  forma, composición e historia de nuestro universo, el modelo de la gran explosión.

Hace aproximadamente 14 mil millones de años, el espacio que conocemos era del tamaño de una manzana, tenía la inimaginable temperatura de 10^31 (¡un 1 seguido de 31 ceros!) grados Celsius y contenía toda la materia y energía del universo. La gigantesca presión de este minúsculo cosmos incandescente provocó la gran explosión.

Técnicamente, la gran explosión es una violenta expansión del universo y su consecuente veloz enfriamiento. Contrario a una explosión en nuestro planeta, lo que se expandió no fue una nube de materia hacia el espacio vacío, sino el espacio mismo. Tras una ínfima fracción de segundo, la expansión entró en una etapa conocida como inflación en la que el universo creció a un ritmo exponencialmente creciente.

Hacia el final de inflación, el espacio estaba uniformemente relleno de una sopa hirviente compuesta de luz y la materia nuclear fundamental, quarks y gluones.

A esas temperaturas tempranas, los diminutos habitantes del universo chocaban, produciendo luz y más partículas. La luz se transformaba en partículas, y éstas en luz. Materia y antimateria aparecían y desaparecían en iguales cantidades. La temperatura bajaba poco a poco. Repentinamente, cuando la temperatura reinante era de poco más de 10 mil billones de grados, la materia rebasó a la antimateria por una mínima cantidad. Ese fue el momento justo en que se gestó la forma del universo que conocemos. Una billonésima de segundo después de la gran explosión, la partícula de Higgs (por algunos conocida como la partícula de Dios) entró en escena, liberando una enorme energía que proveyó de masa a todo. Los quarks comenzaban a asociarse para formar protones y neutrones con más energía que los de cualquier explosión nuclear experimentada por el humano.

Tras un segundo, lo único que quedaba en el espacio ya inmesurable eran protones, neutrones, electrones y luz. Algunos minutos más tarde, cuando la temperatura era de mil millones de grados, se formaron los núcleos de Helio que cerca de 400 milenios más tarde formarían los átomos de Helio que darían vida a las estrellas 100 millones de años después. La poca luz que quedó en el universo sería la radiación de fondo que hoy nos cuenta esta historia a través de las observaciones del satélite COBE y del telescopio WMAP. Las regiones ligeramente más densas comenzaron a formar nubes que serían lo que hoy llamamos galaxias.

Después de esta época, el modelo de la gran explosión explica detalladamente cómo se formaron las estrellas y galaxias. Además, nos da la radiografía del lugar en el que vivimos hoy. Actualmente, sólo casi 5% del universo está compuesto del mismo material que nuestro planeta; el resto es una combinación de materia y energía oscuras, cuyo origen es aún desconocido. Debido a la abundancia de energía oscura, el universo sigue creciendo, y crece cada vez más rápido. La temperatura del universo está muy cerca del cero absoluto (aprox. -270 grados Celsius), y sigue descendiendo. De continuar este comportamiento, se especula que el universo camina hacia dos posibles desenlaces: la muerte térmica o el gran colapso.

Con los datos disponibles, la muerte térmica es el destino más probable del universo. La expansión acelerada indica que las estructuras estelares no podrán mantenerse por siempre. Las galaxias se convertirán en nubes de polvo cada vez menos densas. Los átomos se desintegrarán, y, si el protón no es estable, incluso los átomos serán destruidos. Sólo quedará un lugar enorme, vacío, frío y oscuro. Sin embargo, otra posibilidad es que la energía y materia oscuras estén en realidad relacionadas, y que en algún instante el dominio de la energía oscura ceda su lugar a la materia oscura. Según la idea del gran colapso, el dominio de la materia obligará al universo a detener su expansión y a contraerse de forma acelerada. Las galaxias formarán macrosistemas, en los que la temperatura se elevará cada vez más en un espacio cada vez menor, y la historia del universo se revertirá.

Lo cierto es que en los inicios del universo, hasta poco después del periodo de inflación, hay muchas cosas cuya explicación aún no es del todo satisfactoria. Nadie entiende completamente los fenómenos que ocurren a las colosales temperaturas del universo temprano, ni si la física de partículas y la termodinámica conocidas son las mismas bajo esas condiciones. Quizá existen más dimensiones en nuestro universo en las que, en lugar de partículas, son cuerdas vibrantes las que interactúan y controlan la evolución del universo. Tal vez la energía y materia oscuras son sólo producto de otras partículas desconocidas, o de nuestro limitado conocimiento del alcance de la gravedad. Posiblemente, el sutil dominio de materia sobre antimateria tiene su raiz en eventos universales insospechados. Usando todas las herramientas científicas conocidas, la cosmología construye una ruta plausible de la evolución de nuestro universo. Como la antropología, busca en los fósiles estelares vestigios de un tiempo lejano que, de alguna forma, contienen nuestro presente y futuro. Pero, como en la antropología también, hay siempre algunos eslabones perdidos que los cosmólogos siguen buscando para responder todas nuestras preguntas.

Por: Saúl Ramos Sánchez. *Investigador del Instituto de Física, UNAM

Fuente:  La Jornada en la ciencia.